El juego, por inocente que sea, pone al descubierto igualdades y afinidades, porque cuando los niños y niñas juegan con alguien no existen las fronteras, ni las jerarquías, ni las biografías; el juego es un espacio de todos y para todos.
En el afán por ver a Las Varillas cada día más linda, comenzamos a recuperar nuestros espacios públicos y gracias a la donación del Club de Leones, le devolvimos a la Plazoleta del Bicentenario el espacio de esparcimiento.
Que los niños y niñas jueguen, es un derecho. Cuidar sus espacios, es nuestro deber.
Gracias Club de Leones por el aporte constante al progreso de la ciudad.